
ETNOGRAFÍA
ETNOGRAFÍA: LA VIDA EN LA MONTAÑA
Sajambre conserva las formas de vida tradicional, a pesar la fuerte pérdida cultural producida por la emigración y el éxodo rural en las últimas décadas. El desarrollo tecnológico y la creación de infraestruccturas, han hecho que muchos de estos lugares salgan del aislamiento en que se encontraron durante siglos. De esta manera, el modelo de vida rural recupera su valor, convirtiéndose de nuevo en un potencial reclamo para la sociedad actual.
Hoy día se mantiene el modelo socioeconómico de la ganadería en régimen extensivo y aún se conservan algunas ´´majadas´´, aunque la apuesta más fuerte es el turismo sostenible.
Sajambre cuenta con diferentes y potenciales activos turísticos, entre los que destacan su irrefutable patrimonio natural. También perduran en los pueblos una nutrida colección etnográfica, como la de Oseja de Sajambre, que describe las formas de vida tradicionales, la forma de hacer las cosas y la manera de relacionarse con un entorno en el cual, no es fácil el día a día por sus condiciones ambientales y su topografía.
Otro elemento que llama mucho la atención a los visitantes, son las construcciones típicas como los hórreos, testimonio directo de la tradición y el arraigo de estos pueblos durante generaciones.



Tradición y
Patrimonio
JOYAS DEL PATRIMONIO ETNOGRÁFICO
Siendo uno de los elementos etnográficos más importantes, hoy día, se conservan algunos hórreos en Sajambre, pero en los siglos XV y XVI había uno delante de cada casa en los cinco pueblos del valle, porque el hórreo fue un elemento inseparable en la unidad de poblamiento sajambriega, que se componía de casa, cuadra, hórreo y huerta.
El hórreo es un granero alzado sobre pilares, característico de la arquitectura tradicional en madera de todo el Norte peninsular, que existía con seguridad en la Edad Media y quizás antes.
En la sociedad tradicional el uso del hórreo fue básicamente el de un lugar de almacenaje de grano, al resguardo de la humedad del suelo y de los roedores
Pero en la realidad el hórreo podía tener usos variopintos y guardarse en él no solo granos y harinas, sino también queso, carne, legumbres, frutos secos, patatas, ropa de casa y de vestir, cestos o calderos. Algunas familias numerosas utilizaban a veces el hórreo para alojar a alguno de sus miembros o a algún visitante con motivo, por ejemplo, de una boda.
Entre los usos del hórreo habría que considerar también el solorro o espacio cubierto que quedaba bajo el hórreo, donde se guardaba el carro, la leña o se aprovechaba para actividades diversas en los meses cálidos.
Los hórreos están construidos casi enteramente en madera (generalmente de castaño), y sin un solo clavo, pues todos los ensamblajes se hacen encajando las piezas o bien sujetándolas con pasadores (“tornos”) de madera.
Una de las características principales son sus pilares (los “pegollos”), de madera o piedra tallada, sobre los que apoya el resto de la estructura y separados de ésta por una piedra redonda o cuadrada que es la que impide que suban los roedores.
Los hórreos de montaña, son de planta cuadrada o rectangular pero de pequeñas dimensiones, pegollos muy pequeños y toscos y techumbre a dos o cuatro aguas.
Hórreos
Hórreo Piñán construido en 1626.

ETNOGRAFÍA: SOTO DE SAJAMBRE
A su singular emplazamiento en la vega del río Agüera hay que añadir que se trata de un destacado punto de acceso al macizo occidental de los Picos de Europa, a través de uno de los parajes más hermosos de la provincia de León, Vegabaño, un enclave mítico elegido por los pobladores neolíticos de estas montañas como entorno para su último descanso.
EL LEGADO DE FÉLIX DE MARTINO
Uno de los personajes más influyentes en Sajambre durante el pasado siglo XX fue Félix de Martino. Originario de Soto de Sajambre y emigrado a Méjico, donde hizo fortuna, apostó por favorecer al valle que le vio nacer, invirtiendo una buena parte de su patrimonio en la construcción de edificios e infraestructuras que mejoraran las condiciones de vida de sus vecinos y apostó por mejorar la educación de los niños de Soto, convencido de que su futuro como personas dependería de la buena formación que recibieran en la infancia.
El Museo Escuela de Soto de Sajambre
La Escuela de Soto va más allá de la arquitectura del edificio, va de la EDUCACIÓN.
Aunque en el pueblo ya existía una escuela, en 1902 Félix de Martino, un sajambriego que emigra a México y hace fortuna, decide mejorar la vida de amigos y vecinos de su pueblo natal.
Se empieza a plantear la posibilidad de levantar una nueva escuela dotada de los más avanzados medios didácticos de la época.
El proyecto se materializa unos años después, cuando en 1905 se encargan los planos de un edificio que, además de funcional, debía ser bonito y , un año después, se contratan las obras.
La escuela se inaugura el 21 de agosto de 1907, ante una amplia concurrencia de personalidades, vecinos de Soto y de los pueblos del entorno.
El edifico austero y funcional, se distribuye en dos plantas:
En la inferior se disponía el aula de primeras letras, un taller de carpintería y oficios y más tarde se añadiría una sala de reuniones para los vecinos.
En la primera planta se ubicaron el aula para los mayores y el verdadero tesoro de la escuela, el gabinete, que asombrosamente ha llegado casi completo hasta nuestros días.
Una escuela que tiene mucho que ver con La Institución Libre de Enseñanza, que pensaba en aulas con grandes ventanas y vistas al jardín y una obligación muy clara: construir un pensamiento crítico, individual y autónomo.
Un proyecto educativo que daba prioridad a educar y formar ciudadanos de una forma integral. Un hito para la época y para un pueblo escondido entre las montañas.
Jardín Botánico y Fábrica de la Luz
En 1909 Leonardo Barriada, el maestro, funda el coto escolar de Soto de Sajambre, espacio para el trabajo en común y la experimentación en materias relacionadas con los recursos locales.
Además celebraba la Fiesta del Árbol con una jornada en la que los niños de la escuela plantaron nogales, castaños, tilos y otras especies de árboles autóctonos, aunque esta celebración se diseñó de tal manera que todos los vecinos del pueblo pudieran participar en ella, y fue ampliándose a todo el Valle, haciendo celebraciones conjuntas los cinco pueblos.
Testigo de aquella fiesta anual es el jardín botánico que se puede visitar y alberga numerosas especies, en la actualidad ha sido recuperado como un espacio vivo para todos.
Fábrica de la Luz
Cuando la familia política de Félix de Martino acomete la electrificación de una de sus fábricas textiles mejicanas mediante turbinas hidráulicas, se plantea para él un verdadero reto: llevar la electricidad a su pueblo natal, reto que se consolida a partir de 1920.
Tras salvar varias dificultades, la fábrica de la luz se inaugura en 1925.
En ella se instala una turbina acoplada a un generador Siemens procedente de Alemania y que, tras sucesivas mejoras y actualizaciones estuvo en uso hasta la década de 1970.
El Molino hidráulico
El molino de Soto fue construido en 1873 por un grupo de vecinos que lo utilizaban a través de veceras o turnos, consistente en adjudicar días u horas para moler cada vecino que fuese propietario del molino. En definitiva, se trataba de repartir el tiempo de molienda entre todos los propietarios del molino, por lo que podía darse el caso que les tocara moler durante la noche. Existieron otros molinos que eran de un único propietario, por lo que para moler allí se debía pagar en especie al propietario del molino con una medida de grano en función de la cantidad total que se llevara a moler. El molino dejó de funcionar a mediados de los años setenta del siglo XX.
La Casa de los tiros
Como casa de los tiros es como popularmente se la conoce pero tiene otro nombre que no es otro que el de la persona que la mando construir sobre el terreno de otra que perteneció a su familia. Esa persona fue Félix Martino que emigró a México en busca de fortuna lo cual logro y la utilizó para sus estancias en la localidad, por lo cual se la llama "la casa de D. Félix".
Aunque sus actuales propietarios la han rehabilitado no han querido tapar los impactos de balas que sufrió durante la guerra de 1936-39 para recuerdo de los desgraciados sucesos que no solo el pueblo sufrió, si no toda España.
El lavadero de las fuentes
Los lavaderos se extendieron en la montaña a lo largo de los siglos XIX y principios del XX. Son una de las infraestructuras comunitarias que más benefició a las mujeres, que hasta entonces tenían que lavar de rodillas o agachadas en el río, a la intemperie. Al lavadero acudía cada mujer con sus útiles y el jabón que ella misma elaboraba en casa a base de grasa y cenizas.
Además de ser espacios para la colada, los lavaderos han sido espacios de socialización exclusivos de las mujeres, donde se reunían, charlaban, cantaban y comentaban las noticias del momento. Su obra es de 1905. Se trata de una construcción cubierta de piedra caliza dotada de una amplia pileta donde lavar.
La fuente situada junto al lavadero también fue patrocinada por Félix de Martino en 1893.
Soto de Sajambre
Soto de Sajambre
OTROS ELEMENTOS ETNOGRÁFICOS
Museo Etnográfico en Oseja
Se trata de la mejor colección que existe actualmente en todo el Valle de Sajambre. Fruto de un gran trabajo de recopilación de Juan Manuel González Piñán.
Una colección de más de 350 piezas que muestran los elementos más representativos de la vida tradicional de los habitantes del Valle de Sajambre. Todo ello rodeado de un bonito entorno de hórreos, carros y aperos de labranza.
Las piezas que se exponen son de muy diversa naturaleza: piezas relativas a la agricultura, ganadería, vestimenta, elementos para la fabricación de madreñas, instrumentos para las labores domésticas, etc...
La colección está ubicada en el interior de una casa típica Sajambriega, conservando la misma distribución interior que tenía en su origen, donde se exponen gran cantidad de fotografías y libros antiguos.
Sin duda, es la mejor manera de conocer cómo era la vida cotidiana de los pobladores de estas montañas hace un siglo. De cómo aprovechaban los recursos que el medio les ofrecía para poder desarrollar las actividades cotidianas.
Teléfono de Reservas: 679 642 100
Las visitas son guiadas.
La casa del Conde
Un caserón, hoy en ruinas pero que hasta hace poco poseía un magnífico arco de considerables dimensiones, es el que se conoce desde antiguo en Oseja como la Casa del Conde, situado en el barrio de Las Cortes. Esta casa quizá perteneció a la familia de D. Pedro Díaz de Oseja, arcediano de Villaviciosa en la Iglesia de Oviedo, al que una fuente no atestiguada le supone "conde palatino" (cargo burocrático del palacio Vaticano). Justamente al lado de dicho caserón aún se observan unos arcos que la tradición asigna a la casa que dicho arcediano hizo construir para albergue de la escuela elemental por él fundada, según sus propias palabras "junto a la casa vieja en que yo nací". De la misma época o algo posterior es la Casa Rectoral, con características constructivas similares, así como algunas viviendas particulares de los alrededores.
La iglesia de San Pedro de Orzales. Ribota de Sajambre
Dio nombre al lugar en el que se levanta: la Llana de San Pedro que, a su vez, se trata de uno de los rincones más hermosos de Sajambre por situarse a los pies de una cascada. Es más, el arroyo cercano y el manantial mismo se identifican con la advocación de la iglesia, ya que el arroyo y el salto de agua lo son “de San Pedro”.
Es comprensible que la iglesia sirviera para identificar su propio emplazamiento, pero ya no lo es tanto que el apelativo de San Pedro se hiciera extensible al río cercano y a la cascada, los cuales perdieron su designación primitiva y fueron asimilados a la iglesia.
La Ermita de San Roque. Oseja de Sajambre
Hacia finales del siglo XVI se construyó la Ermita de San Roque, fue reconstruida en 1703 a costa de los vecinos de Oseja. Como marcaban las pautas del momento, para favorecer su mantenimiento económico era frecuente que se estableciese en ellas capellanías, que eran fundaciones piadosas, realizadas habitualmente por iniciativa privada, que se adscribían a cualquier iglesia o centro religioso. En el año 1738 cuarenta vecinos de Oseja fundan la capellanía de San Roque y Nuestra Señora de Belén, dotándola con un capital inicial de 1.074 reales para el sustento de un capellán, entre cuyas obligaciones se encontraban los servicios espirituales y asistenciales, así como la enseñanza de la "gramática" a las gentes del lugar.
Se localiza en las afueras de Oseja de Sajambre. A su lado existe un mirador.
Etnografía del Valle de Sajambre





